En gran parte de los colegios de América Latina, las clases presenciales ya son un hecho: con más o menos estrictos protocolos, los alumnos han regresados a sus aulas para retomar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los docentes han realizado las evaluaciones diagnósticas para poder comprender en qué estadio del aprendizaje se encuentran sus alumnos y así poder planificar y re-ajustar los planes pedagógicos de acuerdo a las necesidades de sus alumnos. Sin embargo, no solo el área cognitiva requerirá adecuaciones. Hoy más que nunca, es esencial que los educadores podamos jerarquizar las dimensiones emocional, social, física y espiritual para que los alumnos logren un bienestar equilibrado dentro y fuera del aula.
¿Cómo podemos hacerlo?
La organización sin fines de lucro CASEL, basada en Chicago, EE.UU., está ayudando a que el aprendizaje social y emocional -basado en evidencia- sea una parte integral de la educación desde preescolar hasta la escuela secundaria. El aprendizaje social y emocional se presenta como una parte integral de la educación y es el proceso a través del cual todas las personas:
- adquirimos y aplicamos los conocimientos, las habilidades y actitudes para desarrollar identidades saludables (conciencia de uno mismo)
- gestionamos nuestras emociones y alcanzamos metas personales y colectivas (autogestión)
- sentimos y mostramos empatía por los demás (conciencia social)
- establecemos y mantenemos relaciones de apoyo (habilidades relacionales)
- tomamos decisiones responsables y solidarias (toma de decisiones responsables)
La filosofía y metodología de los colegios Maple Bear va “más allá de las calificaciones” impactando las 4 dimensiones emocionales mencionadas anteriormente. Creemos que, a través del juego, los niños aprenden desde muy temprana edad a ser conscientes de sí mismos, cariñosos, responsables y comprometidos con su aprendizaje para toda la vida. Implementamos rutinas de juego en el aula que puedan impactar su desarrollo humano y también a su familia y su comunidad. Algunos ejemplos que suceden en un aula, utilizando el inglés como lengua de comunicación.
- Cuando un niño de preescolar hace una pizza con plastilina y la comparte con sus amigos: no solo está aplicando conceptos de aritmética y desarrollando habilidades motoras finas, sino que también está desarrollando el lenguaje social.
- Cuando construye un barco con los bloques Lego, el alumno está coordinando mano-ojo, patrones, secuenciación, resolución de problemas mientras que pone de manifiesto su creatividad y coopera con sus compañeros al compartir las piezas.
Las aulas Maple Bear también se diseñan para poner el juego en el centro de la escena a través de los centros de aprendizaje que amplían el desarrollo de habilidades en un área específica del plan de estudios, proporcionando una gran variedad de materiales, libros con el fin de favorecer la investigación, exploración y manipulación y juguetes para estimular la curiosidad, la imaginación y creatividad, con el propósito de fomentar un aprendizaje activo, que enriquece la autonomía y el trabajo colaborativo.
Para planificar las actividades en los centros de aprendizaje, el docente debe determinar su propósito y seleccionar actividades que reflejen este objetivo. Las actividades están centradas en el alumno, como protagonistas, y son apropiadas para el desarrollo académico y de habilidades sociales en grupos pequeños. Estas actividades incluyen: el experimentar, interactuar, reflexionar, comunicar y se organizan en ejes transversales (es decir los alumnos aprenden en contexto reales, combinando pensamiento matemático, exploración y el uso del lenguaje de manera auténtica).
Por ejemplo, al tratar la unidad de las abejas, un centro de aprendizaje de artes puede trabajar la motricidad fina, rasgando papel negro y pegando pequeñas tiras en algún dibujo de abejas, mientras que en el centro de ciencias se trabajan las habilidades lingüísticas de escucha y reflexión cuando la maestra les lee un libro que habla sobre las características principales de las abejas. Y un tercer centro podría estar trabajando matemáticas, clasificando de los insectos de plástico los dos tipos de abejas y contando cuántas abejas tienen de cada tipo. Y en un cuarto centro de teatro los alumnos estarían disfrazándose de abejas y jugando distintos roles.
Resulta esencial que estas actividades no solo sean planificadas de manera coordinada en Nivel Inicial y Primaria: los docentes debemos crear oportunidades de aprendizaje social y emocional a lo largo de toda la escolaridad. Como consecuencia de la Pandemia, hemos conocido los peligrosos resultados del cyber-bullying y de la depresión en los jóvenes y adolescentes y por eso los juegos de roles son una herramienta esencial para que nuestras aulas sean cada más motivantes, más inclusivas y más seguras para nuestros alumnos.
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